Buenos días. Creo que ya he publicado suficientes artículos en este
blog (de los cuales al menos
uno, por el momento, ha saltado a una revista online especializada en ilusionismo,) como
para que sea interesante transmitir mi relación con las diversas artes escénicas a lo largo de mi vida.
uno, por el momento, ha saltado a una revista online especializada en ilusionismo,) como
para que sea interesante transmitir mi relación con las diversas artes escénicas a lo largo de mi vida.
Unas
pinceladas de por qué practico, escribo y reflexiono sobre ellas.
Hay gente que nace con un
instinto para obtener dinero. Desde pequeñitos, deciden hacerse banqueros, o
grandes empresarios.
A mí, mi instinto me lleva a
tratar de vivir lo mejor que pueda con lo que tenga (nunca descarto un buen
vino, o cualquier buena comida o compañía),
pero sospecho que las salidas laborales que me van surgiendo a lo largo
de la vida no me llevarán a la lista de millonarios de Forbes.
Desde siempre me gustó el teatro.
Empezando a los ocho años, me
siento cómodo en el escenario desde que recuerdo.
Sin embargo, nunca he sido un
niño de jornadas maratonianas. Hacía teatro, sí, pero también inglés y judo,
con lo que quiero decir que nunca me metí en una escuela intensiva de las que
hacen del teatro tu vida.
Tampoco me presente a castings de
los que te dan la oportunidad de cogerte de pequeño y convertirte en una cara
conocida para el gran público
Por todo ello, junto con la
teoría general de que solo los mejores actores consiguen comer caliente una vez
por semana, no llegué a considerarlo un futuro plausible para mí.
Unos años más tarde, a los 15,
entré en un pequeño curso de verano del Circo Price. Allí descubrí que los
malabares se habían hecho para mí, que la acrobacia no y que el trapecio y las
telas tenían un pase.
Malabares, eso sí que te asegura
un buen futuro. Menos mal que mi próspera vida futura ya empezaba a
manifestarse.
Teatro, malabares... ¿Hay algo
más chulo en un escenario? Sí, la magia.
Por aquel entonces había un chico en mi instituto que era el mago oficial. Era
increíble lo que podía asombrar a la gente con cuatro movimientos. ¿De verdad
era tan difícil eso como para que solo lo pudiera hacer él?
Años después he descubierto que,
bien hecha, la magia es una de las artes más difíciles, ya que engloba muchas
de las demás. Sin embargo, mi introducción a la magia fue esa, no os voy a
mentir. Un "si ellos pueden, ¿por qué yo no?". El mismo pensamiento
que me ha llevado a interesarme por la música, pero con mejores resultados, ya
que dos festivales y bastantes actuaciones después, puedo afirmar (sin falsa
modestia, que para eso lo escribo yo) que algunas modalidades de la magia
(principalmente magia de cerca) han resultado muy afines a mí.
Sin embargo, cuando se acercaba
la Selectividad, la carrera de magia aún no existía (y aunque existiera debo
admitir que no la hubiera considerado, como no consideré la RESAD).
Tenía una media muy decente y
había que elegir algo que me diera un futuro aceptable, sin quedar muy lejos de
mis intereses.
Y aquí es dónde elegí publicidad
y relaciones públicas (con un amago de marketing que no me convenció). Algo no
tan alejado de las artes escénicas como podría parecer, ya que alguien tiene
que promocionar los espectáculos e incluso, la promoción de uno mismo es una de
las facetas más importantes de un artista si quiere comer diariamente.
Sin embargo, mi instinto siguió
sin fallarme. Era un sector en crisis, con unos sueldos brutalmente más bajos
que años anteriores y en el que la creatividad (la parte que más me interesa)
ha sido supeditada a la recogida y análisis de datos.
Es decir, que las posibilidades
de vivir decentemente como creativo son prácticamente las mismas (sin exagerar)
que las de hacerlo como mago profesional.
Y ahora, en el ocaso de la
carrera, toca mirar hacia atrás y elegir y probar cuál de los caminos es más
práctico e interesante.
Sin embargo, aún me queda un as
en la manga. Algo que he hecho durante toda mi vida, por lo que no me
importaría vivir de ello. Guionista cómico.
Un trabajo en el que, según toda
la gente en activo, puedes elegir entre trabajar en la tele con un sueldo
decente pero con un control cuasi absoluto sobre tus ideas, o trabajar en radio
o Internet con barra libre para tu creatividad, pero sin comida para tu
estómago.
Un vez más, mi instinto continúa
infalible.
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