martes, 27 de octubre de 2015

Cómo aprender magia

En mi último espectáculo, mucha gente (tanto espectadores normales como aficionados a la magia) me preguntó cómo se aprendía magia.

Expliqué brevemente la existencia de las escuelas de magia (que, contra la creencia general, existen más allá de Hogwarts, sólo en mi barrio ya hay tres), las conferencias de magos y los miles de libros y DVDs.

Sin embargo, aunque esa respuesta valiera en ese momento, la respuesta real es bastante más compleja.

Por ello, he decidido escribir este artículo, en el que explicar a aquellos que se están iniciando en la magia, cómo (según mi punto de vista) ha de estudiarse esta actividad/arte escénica.



En primer lugar, deshecho YouTube como herramienta para iniciarse. Y no porque considere que por ser gratis es malo y que si quieres aprender algo has de pagar (algo que sólo es cierto en algunas ocasiones), sino porque YouTube únicamente enseña trucos.

Puedes aprender cómo hacer que una carta aparezca dada la vuelta en mitad de una baraja, pero eso no es magia. Magia es ser capaz de hacer que eso pase sin que el espectador perciba nada extraño, de manera que se vea atrapado en el juego y sorprendido en el final.

La magia es la combinación de los “trucos”, la teoría psicológica y la comunicación del juego y el efecto.



Por ello, considero que uno de los mejores inicios que puedes tener son los cursos/clases de magia. Especialmente si vas a una escuela (en lugar de tener un profesor particular), tienes la garantía de que la gente que te enseña sabe lo que hace y sabe cómo transmitírtelo.

Y si la escuela es mínimamente buena, te enseñará teoría y práctica a la vez, de manera que aprendas técnicas y juegos, pero también como ser capaz de transmitirlos.

Además, asistir a una escuela te obliga a practicar para cada sesión, algo que, si estás por libre, puedes no hacer (algunas técnicas son realmente pesadas de practicar y cuesta mucho que se vean avances en ellas).



Después de las clases, sospecho que mi método de aprendizaje difiere del habitual, principalmente por dos aspectos:

  1.  Doy mayor importancia a la teoría que a los juegos. En cuanto llevas un tiempo, ya has aprendido más juegos de los que eres capaz de recordar y, desde luego, hacer en una sesión. Por ello, prefiero aprender algunas ideas sobre cómo mejorar un falso depósito y su misdirection, que una nueva rutina con bolas de esponja. Y en esta teoría englobo toda la equivalente al trato con el público, cómo organizar tu espectáculo…
  2.  Tengo la certeza de que vivimos saturados por la información (idea muy compartida en la actualidad). Por ello, me niego a comprar mil libros o DVDs, ya que sólo servirían para aumentar mi saturación de información y mi escasez de dinero. Esto no significa que no compre, pero admito que mi biblioteca mágica actual (como veréis) no es en absoluto impresionante.

Colección actual de libros y DVDs


Dicho todo esto, no podemos obviar la importancia de los libros y DVDs  a la hora de aprender magia.

Desde maravillas generalistas como “El Canuto”, capaz de enseñarte la base de toda la cartomagia clásica, hasta libros más especializados en otras materias como el pickpocket; este es probablemente el mejor método para sumergirte en unas técnicas y estilo determinados.



Otra opción son las conferencias, talleres o seminarios.

Los talleres y seminarios son, sencillamente, una forma de imbuirte en técnicas y estilos como los que podrías encontrar en un libro o DVD, normalmente a mayor velocidad y contando con la ventaja de tener al creador de estas ideas para aclararte las dudas que surjan. Sin embargo, tienen un problema, especialmente  si acudes a ellos mientras llevas poco tiempo aprendiendo, y es la influencia que pueden ejercer los magos que lo dan sobre tu estilo. Si estás durante varias horas con un mago al que consideras excepcional (ya que si no, no irías a su taller), corres el riesgo de salir tan marcado por sus ideas que, consciente o subconscientemente, trates de imitarle. Y no hay nada peor que una mala copia.


Respecto a las conferencias, este riesgo es mucho menor, ya que el tiempo compartido no suele ser mayor de una hora. Al igual que el equivalente de los seminarios son los libros, el equivalente de las conferencias son los artículos, de los que hablaremos más adelante. Normalmente el conferencista enseña dos o tres trucos y varias de sus ideas teóricas, suficiente para ver su estilo mágico.



Y, por último, hablaré de las revistas y los artículos sueltos, tanto online como offline, un medio de aprendizaje que me ha convencido mucho durante el último año.

T
Colección de revistas y artículos

Las ventajas que veo en este formato son:

  1. Variedad de opiniones: En la misma revista puedes leer opiniones distintas sobre un mismo tema, lo que te ayuda a formarte tu propia opinión general al respecto.
  2.  Son breves, lo que obliga a la síntesis de las ideas. En un artículo lo más seguro es que únicamente traten una idea pero la expliquen bien, lo que hace que puedas parar tras leer ese artículo y reflexionar sobre esa idea en concreto antes de leer otra.
  3. Esta misma brevedad (al igual que en las conferencias), impide que las ideas de ese mago concreto te influyan en exceso.
  4.  Al leer a numerosos artistas distintos, puedes conocerlos y profundizar después en aquellos que más te interesen.
  5. En el caso de los artículos online, se incluye la ventaja de su gratuidad, pero han de tomarse con criterio, ya que no han pasado ningún filtro de calidad. Y en ellos incluyo los presentes en este mismo blog.




Este es el proceso que yo he seguido durante mi formación y el que mejor se ha adaptado a mí y a mis circunstancias. Por tanto, no hay que tomarlo como unas reglas inmutables, sino como una guía que se puede adaptar al lector (dependiendo de su localización podrá asistir o no a clases, dependiendo de su presupuesto podrá adquirir más o menos material…).

Pd: Para cualquier tipo de duda o comentario acerca del proceso de aprendizaje, estaré encantado de responder, tanto aquí como en mis redes sociales..

martes, 13 de octubre de 2015

Autobiografía: Mi futuro laboral



Buenos días. Creo que ya he publicado suficientes artículos en este blog (de los cuales al menos
 uno, por el momento, ha saltado a una revista online especializada en ilusionismo,) como
 para que sea interesante transmitir mi relación con las diversas artes escénicas a lo largo de mi vida. 
Unas pinceladas de por qué practico, escribo y reflexiono sobre ellas.

Hay gente que nace con un instinto para obtener dinero. Desde pequeñitos, deciden hacerse banqueros, o grandes empresarios.

A mí, mi instinto me lleva a tratar de vivir lo mejor que pueda con lo que tenga (nunca descarto un buen vino, o cualquier buena comida o compañía),  pero sospecho que las salidas laborales que me van surgiendo a lo largo de la vida no me llevarán a la lista de millonarios de Forbes.


Desde siempre me gustó el teatro.

Empezando a los ocho años, me siento cómodo en el escenario desde que recuerdo.

Sin embargo, nunca he sido un niño de jornadas maratonianas. Hacía teatro, sí, pero también inglés y judo, con lo que quiero decir que nunca me metí en una escuela intensiva de las que hacen del teatro tu vida.

Tampoco me presente a castings de los que te dan la oportunidad de cogerte de pequeño y convertirte en una cara conocida para el gran público

Por todo ello, junto con la teoría general de que solo los mejores actores consiguen comer caliente una vez por semana, no llegué a considerarlo un futuro plausible para mí.


Unos años más tarde, a los 15, entré en un pequeño curso de verano del Circo Price. Allí descubrí que los malabares se habían hecho para mí, que la acrobacia no y que el trapecio y las telas tenían un pase.

Malabares, eso sí que te asegura un buen futuro. Menos mal que mi próspera vida futura ya empezaba a manifestarse.


Teatro, malabares... ¿Hay algo más chulo en un escenario?  Sí, la magia. Por aquel entonces había un chico en mi instituto que era el mago oficial. Era increíble lo que podía asombrar a la gente con cuatro movimientos. ¿De verdad era tan difícil eso como para que solo lo pudiera hacer él?

Años después he descubierto que, bien hecha, la magia es una de las artes más difíciles, ya que engloba muchas de las demás. Sin embargo, mi introducción a la magia fue esa, no os voy a mentir. Un "si ellos pueden, ¿por qué yo no?". El mismo pensamiento que me ha llevado a interesarme por la música, pero con mejores resultados, ya que dos festivales y bastantes actuaciones después, puedo afirmar (sin falsa modestia, que para eso lo escribo yo) que algunas modalidades de la magia (principalmente magia de cerca) han resultado muy afines a mí.


Sin embargo, cuando se acercaba la Selectividad, la carrera de magia aún no existía (y aunque existiera debo admitir que no la hubiera considerado, como no consideré la RESAD).
Tenía una media muy decente y había que elegir algo que me diera un futuro aceptable, sin quedar muy lejos de mis intereses.


Y aquí es dónde elegí publicidad y relaciones públicas (con un amago de marketing que no me convenció). Algo no tan alejado de las artes escénicas como podría parecer, ya que alguien tiene que promocionar los espectáculos e incluso, la promoción de uno mismo es una de las facetas más importantes de un artista si quiere comer diariamente.

Sin embargo, mi instinto siguió sin fallarme. Era un sector en crisis, con unos sueldos brutalmente más bajos que años anteriores y en el que la creatividad (la parte que más me interesa) ha sido supeditada a la recogida y análisis de datos.

Es decir, que las posibilidades de vivir decentemente como creativo son prácticamente las mismas (sin exagerar) que las de hacerlo como mago profesional.


Y ahora, en el ocaso de la carrera, toca mirar hacia atrás y elegir y probar cuál de los caminos es más práctico e interesante.

Sin embargo, aún me queda un as en la manga. Algo que he hecho durante toda mi vida, por lo que no me importaría vivir de ello. Guionista cómico.

Un trabajo en el que, según toda la gente en activo, puedes elegir entre trabajar en la tele con un sueldo decente pero con un control cuasi absoluto sobre tus ideas, o trabajar en radio o Internet con barra libre para tu creatividad, pero sin comida para tu estómago.



Un vez más, mi instinto continúa infalible.