jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Tiene el humor fecha de caducidad?


¿Puede un chiste seguir haciendo gracia años, décadas o incluso siglos después de su creación?

¿Si te transportaras al antiguo Egipto y entendieras su lengua, te harían gracia sus bromas?

¿Tiene sentido hacerse estas preguntas en lugar de buscar un trabajo, tal y cómo están las cosas?

                       
Intentaremos responder a estas preguntas en las líneas consiguientes.

Personalmente considero que el humor es como el vino. El bueno puede disfrutarse durante años si se conserva en una buena barrica, mientras que el malo se pica enseguida.


Y ahora algunas ideas que justifiquen esta metáfora barata.

Actualmente me estoy leyendo un libro de humor (“Como tener la casa como un guarro. Guía del perfecto soltero”) que tiene ocho años más que yo. (Está bien leer libros más viejos que tú, te hacen sentir joven; en esto reside el éxito de El Quijote.) Esto significa que ese libro se hizo antes de Facebook, YouTube, la generalización misma de Internet y la televisión con más de dos canales. Es decir, con una sociedad, en teoría, radicalmente distinta a la actual.

Y sin embargo, leyendo ese libro, escrito en otro lugar y otro tiempo (Nueva York, 1886), sobre la vida y casas de los solteros, puedes sentir que hablara de ti o de tu vecino.

Otro ejemplo muy similar son las "Memorias de un amante sarnoso", de Groucho Marx. Una vez más, satiriza sobre la sociedad de su momento (1963), sin que se le note un regusto rancio o claramente desfasado.


Sin embargo, si hay humor (artículos, monólogos, actuaciones televisadas...) al que se nota "viejo".

Esto puede deberse a dos motivos:

Las bromas que se realizan sobre fenómenos de actualidad están condenadas por naturaleza a desactualizarse rápidamente. Un ejemplo claro fueron todas las realizadas con la multa y huida de Esperanza Aguirre. En su contexto pueden ser muy acertadas y graciosas pero fuera de él (porque haya pasado tiempo o porque alguien no conozca el suceso) pierden el sentido.

Otra razón son las modas. Durante una época se ponen de moda los doblajes, o las imitaciones, o el humor de golpes y caídas, y todo el mundo trata de hacerlo, aunque no vaya realmente con su estilo. En España se vivió hace unos años con la "naturalidad en televisión". Tras el éxito de algunos programas cómo "Sé lo que hicisteis", en el que sus colaboradores admitían que preferían estar en su casa que allí trabajando, emergieron múltiples programas teóricamente sin guión, como Tonterías las justas (Cuatro, 2010), Otra movida (Neox, 2011) o la última edición de Caiga Quien Caiga en España (Cuatro, 2010).

En estos casos, este humor puede tener un cierto éxito durante la moda, pero tras ella lo forzado del tener que adaptarse se nota, haciendo que este humor no perdure.


Por el contrario, las claves del humor que perdura, son:

Autenticidad. Sólo si es realmente el estilo del humorista, este dejará su esencia en las palabras. Si este no está contento con lo que escribe y únicamente lo hace para rellenar espacio y comer a fin de mes (fines muy loables) difícilmente creará algo humorístico capaz de perdurar.

La otra clave son los temas. Hay temas universales, desde el comienzo de los tiempos. Principalmente tres: reproducción (sexo), supervivencia (muerte) y poder. Todos ellos están vinculados realmente a la supervivencia, pero resulta más conveniente dividirlos en estos tres.
Esta “universalidad”, significa que estos temas se mantienen durante generaciones e incluso siglos, aunque la forma de tratarlos cambie. Todo lo que hable sobre cómo conseguir mantener relaciones sexuales con otra persona generará un vínculo con el espectador o lector. Este tema puede tratarse de manera soez, irónica, sutil, mediante simples gestos o sólo mediante palabras… y cada una de estos estilos triunfará más o menos dependiendo del público y la época, pero siempre conectará con el espectador. Porque, en estos tres temas, no somos en absoluto distintos a los estadounidenses de los años 50 o los mismísimos egipcios.


Y, como propina, responderemos a una de las preguntas más realizadas (en voz alta o baja) al ver o leer una historia.

¿Por qué SIEMPRE tiene que haber un loco que intenta matar al protagonista y una tía buena (o su equivalente masculino) con el que el protagonista se acaba acostando?

Como ya hemos dicho, es más fácil conectar con el espectador/lector si se tratan los tres temas principales que si se especula sobre otros más específicos, como el servicio de correos o el clima (lo que no significa que no se pueda lograr con estos temas, pero será más difícil).Esto no es válido únicamente con el humor, sino con cualquier historia. Y si esta sociedad va a lo fácil, y los escritores o guionistas no van a ser menos.

Así que ya saben, las claves para realizar obras perdurables en el tiempo son tres: autenticidad, sangre y sexo.


Pd: Las respuestas a las preguntas iniciales son “sí”, “sí” y “lo ideal sería conseguir el trabajo con esto”.