miércoles, 25 de marzo de 2015

De cómo Jorge Blass convenció a un escéptico


Este año se celebra en el Circo Price el V Festival Internacional de Magia.  Al ver los carteles por la calle mi madre me preguntó si me apetecía ir y le contesté que no pasaba nada si este año nos lo perdíamos (hemos ido a todas las ediciones anteriores), ya que “sería muy parecido a lo de siempre."

Y este es uno de los grandes peligros a los que se enfrenta la magia, que el espectador crea que ya ha visto todos los trucos y que el nuevo espectáculo no va a ser diferente de los anteriores (peligro alimentado por todos los magos que continúan haciendo la clásica rutina de cuerdas, seguida del pañuelo que desaparece y rematada por la versión más clásica de los aros chinos).


Pero unos días más tarde vi una breve reseña de Ramón Mayrata en Facebook, en la que afirmaba que las actuaciones de esta edición tenían como denominador común la dramatización de la magia. Y si has seguido este blog mínimamente, supondrás que yo (firme defensor de la incorporación de elementos teatrales en espectáculos de magia), no podía resistirme a eso. De manera que, juntando eso con los magníficos precios a través de Atrápalo (entre 12 y 15€), el pasado jueves 17 acudí a ver el Festival.


Al igual que la presentación de la IV edición me disgustó, presentada por uno de esos típicos niños mago “robotizados” y con una gran carga de sentimentalismo, la de este año me produjo un grato efecto. Sobriamente, sin exceso de palabras, los distintos artistas iban apareciendo en distintos lugares del escenario o entre el público, realizando un breve truco y cediendo la atención al siguiente.

El propio Jorge Blass, en lugar de soltar un gran discurso, se limitó a hacer aparecer en un silla vacía a la única artista no mágica (acróbata aérea, con un número de cintas), incluyéndola en el ambiente ilusionista.

Del mismo modo, la temática del festival, el tiempo, me parece muy bien tratada. Incluida en un clásico juego de interacción con el público en el que estos cortan y barajan en sus manos, y como elemento físico (un reloj) en un par de juegos de escenario, pero sin abusar en ningún momento. Sirve como hilo conductor de las actuaciones, pero no obliga a los artistas a cambiar sus juegos o presentaciones para adaptarse a él.


Analizando otros factores, querría resaltar en primer lugar la calidad de los artistas. Esto puede considerarse obvio, ya que son renombrados magos seleccionados entre lo mejor de distintos países, pero en un número sorprendentemente elevado de veces, mi criterio de lo que es un buen mago no se corresponde con el de los que imparten los premios.

En este caso los magos no se limitan a realizar bien los trucos, algo que en las grandes ilusiones muchas veces se realiza de forma semiautomática, sino a interpretarlos de manera exquisita. Todos ellos parecen tener nociones de control corporal (unos conocimientos básicos de danza o acrobacia) que les ayuda a la hora realizar su papel. De esta manera, destacaré dos tipos de interpretación muy distintas, pero ambas correctas.

Por un lado el Mago Topas, alemán, todo un showman. Capaz de interpretar música con una baraja de cartas y, lo que es más importante, entretener al público con ello. Un ejemplo de magia interactuada con el público con la habilidad de un cómico profesional y no con la torpeza que muchos magos amateur que tratan de ser graciosos (sin conocimientos ni habilidades básicas para ello) muestran.

En el otro estilo, Marcel Kalisvaart y su compañía Magus Utopía. Una interpretación clásica en el sentido de que utiliza la cuarta pared (no interactúa con el público), pero magistral. Con una coreografía, vestuario y movimientos propios de un número musical, lo que, combinado con las apariciones, desapariciones, escapismos y demás juegos, crea un espectáculo increíble.

En términos más técnicos del ilusionismo, el festival también destaca. El uso de la misdirection psicológica, sutil, invisible al cerebro consciente, es una maravilla. Y, junto a esta, destaca la justificación de las acciones. Los trucos no suceden porque sí, sino con un motivo, lo que ayuda a la narración dramatúrgica y a la fluidez del espectáculo.


Debido a todo esto (y para dar mayor lógica al título y no utilizarlo como mera herramienta publicitaria), querría felicitar a Jorge Blass. Personalmente no soy un excesivo fan de su estilo mágico (demasiado infantil y familiar para mi gusto), aunque soy plenamente consciente de que tiene un gran público que sí lo es.

Pero no quiero felicitarle como mago en esta ocasión, sino como productor y director del espectáculo. Además de por la elaboración del mismo, por relegarse a un segundo plano como presentador y dejar la presentación del espectáculo a Topas, lo que (aparte de que su estilo sea más cercano al mío) le da al Festival un estilo diferente a los anteriores.


Personalmente sé lo difícil que resulta ceder el protagonismo de un festival organizado por ti mismo a otra persona, por lo que, sinceramente, enhorabuena.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Buscando el control del cuerpo


Como parte de mi formación en artes escénicas, llevo bastante tiempo buscando el control del cuerpo y como mejorarlo. Por ello hoy quiero hablar de lo descubierto y reflexionado sobre él hasta ahora.


En primer lugar, dejar claro que lo considero un elemento importante, pero uno más de todos los necesarios, junto con el control de la atención (principalmente en la magia), de los objetos (esencialmente en los malabares), de las palabras…


En segundo lugar, decir que este control en escena es doble. Por un lado está el control del cuerpo en sí, ser capaz realizar movimientos rápidos, precisos o vistosos (como puntales) y por otro el control en el espacio, los desplazamientos por el escenario y el ser capaz de llenar este con la mera presencia.


En la búsqueda de este control, he pasado por diversos deportes y disciplinas, cada una de las cuales aporta ciertos beneficios. A continuación las detallaré, desde el punto de vista del control corporal:

  • Por supuesto, el gimnasio por si solo ya ayuda. Todo lo que sea desarrollar y despertar la musculatura es bienvenido. Sin embargo, para este fin no es necesario centrarse en cosas específicas como aumentar volumen o definición, sino que es la fuerza muscular en sí lo que nos ayuda.
  • Las artes marciales (en mi caso el Judo) tienen dos beneficios principales. El enseñar a imprimir fuerza en los golpes, que se puede extrapolar a imprimir fuerza en los movimientos, y el enseñar a encajar esos golpes y a caer (lo que resulta de gran utilidad al tener que realizar una escena con alguna acción violenta).
  • La esgrima consiste en controlar la distancia con el adversario, por lo que aumenta la escucha* en escena. Además, para el control corporal, aumenta los reflejos y el tren inferior (normalmente olvidado en el entrenamiento en gimnasio).
  • La danza aumenta la velocidad y coordinación del cuerpo (para saber más sobre sus ventajas, pincha en esta antigua entrada). Por la utilización de todo el cuerpo, la consideraba el mejor método para aprender control corporal, pero en mi experiencia como aprendiz he encontrado un pequeño problema.

o   Existen clases en las que se aprende una coreografía preparada por la profesora repitiendo los pasos que ella enseña. El problema aquí es que, aunque llegues a dominar el paso en esa canción, normalmente no se llega a ahondar en ellos, por lo que solo se interiorizan una pequeña cantidad de ellos (que podrías ser capaz de introducir por ti solo en otro baile distinto).
o   En las clases de danza interpretativa, esto no es así. Se permite mucha más libertad, ya que consiste en expresar con el cuerpo. Sin embargo en estas clases no suelen enseñarse pasos de baile, por lo que ya has de tener una base.
  • La acrobacia exige y desarrolla un alto control corporal y muscular. Lamentablemente, tras asistir a unos cuantos cursos he descubierto que soy incapaz de realizar movimientos que impliquen equilibrios sobre manos y/o cabeza. Pero seguramente tu no, así que te animo a probarla.

Tras probar en todas estas disciplinas, la única que actualmente considero que me falta por probar es el yoga, que probablemente sea de las más completas y efectivas.


Hasta aquí mi experiencia en este campo (que espero aumentar en el futuro). Por supuesto y como siempre, todo comentario será bienvenido. Y en este caso especialmente, si posees cualquier experiencia o conocimiento acerca de otros modelos de escuelas de baile u otras formas de incrementar el control corporal, te estaría muy agradecido si lo compartieras conmigo (vía comentario o por redes sociales).

*En escena la escucha no se limita únicamente al oído, sino a ser capaz de detectar los movimientos, sentidos de ánimo, etc. de los compañeros en escena y reaccionar ante ellos.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Para una formación completa, nada como el circo


Desde hace unos años vengo buscando una formación íntegra en espectáculo. Algo que reúna arte dramático, baile, música, ilusionismo, malabares, etc. Lógicamente, algunas cosas con mayor profundidad que otras, ya que no se puede ser un experto en todo, pero sí tener nociones básicas.

Personalmente, trato de alcanzar esa formación asistiendo a numerosas escuelas diferentes, pero me preguntaba si habría una única escuela que pudiera reunir todo ello, así que desde hace unos meses comencé a investigar en el tema.


En primer lugar, los conservatorios de música o danza quedan descartados, ya que tienen un altísimo nivel de especialización.


Los grandes centros de formación de artes escénicos (como la RESAD en España) se muestran más abiertos, sin embargo. Imparten ciertas materias de danza e incluso acrobacia. Sin embargo, dejan de lado la formación en otras artes “del espectáculo”, seguramente a propósito, ya que aún hay un gran sector de la población que las considera de menor nivel que el teatro. Un mero entretenimiento en lugar de un arte. La imagen del payaso (que sin embargo si está consiguiendo ser sustituida actualmente por la de un clown más “serio” y profesional) haciendo malabares y la del mago infantil de cumpleaños, aún están firmemente fijadas en las mentes de muchos; y esto hace que no se consideren también como un entretenimiento para adultos.

Por esta razón, ni siquiera una formación en estos centros serviría a mi propósito (a pesar de que poseen varios cursos anuales y muchísimas horas de clase en cada uno).


Así que seguí pensando. En algún lugar ha de haber una escuela (entendida no solo como lugar físico, sino como corriente de pensamiento) que se ajuste a lo que busco.
Y seguramente la haya, pero aún no poseo los conocimientos suficientes como para encontrarla. Sin embargo he hallado la que se acerca más de todas las que conozco.


Si amigos, el circo. No entendido como la carpa de circo tradicional, sino como escuela (la de Londres se encuentra en un edificio sólido, de ladrillo y todo). No solo es de los lugares con una formación más completa, sino de las más exigentes que conozco. Para realizar el curso profesional en una escuela de circo, necesitas pasar pruebas de dramatización, malabares, clown, acrobacia… Y luego todo ello se trabaja a conciencia con profesores especializados.
Estamos hablando pues, de una escuela de las de ocho horas diarias (similar a la RESAD en eso), en las que se trabajan todas las artes escénicas a la vez. A pesar de que te especialices en acrobacia, seguirás teniendo horas de clase de malabares (hasta alcanzar como mínimo las cinco pelotas), de dramatización, de clown y hasta unos principios básicos de ilusionismo (ciertos juegos vistosos de escena).


Esta formación únicamente tiene un fallo, desde mi punto de vista, para crear al showman perfecto. La comunicación. Para mí, un buen showman ha de poder entretener al público solo con palabras, algo que (creo) no se enseña en estas escuelas.


Así que, aunque cerca, aún no he encontrado mi formación perfecta. Aunque tal vez la formación esté justamente ahí, en seguir buscando.

jueves, 5 de marzo de 2015

El paro en escena

Advertencia: esta entrada puede no ser la crítica propagandística a la sociedad que esperas.


Hace unos días vi un fragmento de una entrevista realizada a Daniel Guzmán en La Sexta Noche (que podéis encontrar aquí http://www.lasexta.com/programas/sexta-noche/noticias/daniel-guzman-cobro-euros-funcion-complicado-vivir-dignamente-como-actor_2015022200006.html). En ella, realiza una queja acerca de la situación actual de la industria cultural en España. La cual comparto, en este país la cultura está francamente infravalorada. Pero hubo un momento que me causó un especial interés. A la hora de referirse a su profesión (el teatro) afirmó que existe una tasa de desempleo del 90%.

Bien, esto es como lo de los bancos. Si tú le debes mil euros al banco, tienes un problema, si le debes mil millones, el problema es del banco. Pues si tienes una tasa de paro del 20%, el problema puede ser del Gobierno o la sociedad, pero si es del 90%, está claro que hay un gran problema en la profesión.


El primer problema es la consideración del paro. En este caso no se cuenta como no trabajar, sino como tener que dedicarse a otra cosa. Por un lado esto es lógico, ya que si no el 90% de los actores vivirían en la calle, pero tiene una consecuencia más interesante. Al dedicarte a otra cosa, ganas dinero suficiente para vivir, lo que hace que no necesites desesperadamente trabajar como actor. El hambre agudiza el ingenio, el tener otras salidas, lo adormece. Obviamente, no estoy en contra de que se trabaje de otras cosas y se mantenga el teatro en un segundo plano, pero sí de hacerlo mostrando un constante victimismo por no poder dedicarte a lo que deseas.

Conste que esto no solo me pasa con los actores, cualquier persona que mantiene “sus sueños” en un segundo plano pero llora constantemente por no poder alcanzarlos, me produce cierto rechazo. Apoyo plenamente a los que se sacrifican (dejando los estudios, cierta calidad de vida o cualquier otra cosa) para alcanzarlos o a aquellos que deciden poner por delante otras cosas de su día a día y pasar a considerar lo otro simplemente como un hobby; pero no a los que no se deciden.


El segundo término a tener en cuenta es el de actor. ¿Qué es un actor? ¿Una persona que ha estudiado interpretación pero no está trabajando de ello? ¿o alguien escogido al azar, como el protagonista de El niño, sin ningún conocimiento de la materia pero reconocido por la crítica (y el dinero)?

Personalmente, he conocido a personas con gran calidad en el escenario y que se lo tomaban muy en serio en las clases, que nunca han pensado en dedicarse profesionalmente a ello, y a gente con grandes lagunas en la materia que se autodenominaban actores sin sonrojarse. Yo mismo, sin ir más lejos, acudo a clases de danza e interpretación y estudio sobre el humor, el ilusionismo y otras artes escénicas, pero nunca me consideraría seriamente actor o artista hasta que empezara a trabajar (y buscar activamente trabajo) de ello.

En relación con esto, también considero que alguien que quiera vivir de esto, tiene que trabajárselo. Mucho. No vale con dominar únicamente la actuación (lo que ya es un concepto muy difuso en sí mismo), sino que tienes que ser capaz de interpretar multitud de papeles diferentes, para lo que necesitas unos conocimientos básicos de danza, esgrima, equitación, canto… Y eso si únicamente pretendes dedicarte a la actuación, dejando de lado otras artes escénicas más cercanas al espectáculo.

Y todo será más fácil si eres capaz de romper esa absurda barrera entre “la cultura” y la economía. Si eres capaz de adminístrate con un mínimo de cabeza, poseed unos conocimientos económicos básicos y habilidad para hacer contactos, seguramente te vaya mucho mejor.


Por último, volviendo al problema inicial, es cierto que la industria cultural en este país está muy mal. Pero de ella solo hay una pequeña parte que se va a poder solucionar próximamente. Es cierto que el IVA del 21% es vergonzoso y que con la crisis el consumo de ocio se ha reducido mucho, pero la masificación laboral va a seguir allí. Así que, diversifícate. Actúa, aprende, da cursos, escribe guiones…

Porque no es tan fácil vivir de lo que te gusta, no sólo si eres actor. Y si no, pregunta a informáticos de 50 años que estudiaron.