Todos tenemos clara la importancia
de la imaginación a la hora de elaborar una escena. Pero hoy no hablo de eso,
sino de la importancia de utilizar la imaginación del público.
El público (en su mayoría) no es
tonto, y por tanto no quiere ser tratado como tal. Les es mucho más interesante
intuir las cosas que que se las den machacaditas.
Esto significa que será mucho más
fácil captar la atención y el interés del público si este tiene que realizar un
pequeño esfuerzo de su parte. Por supuesto esto no vale para todos los
espectáculos, hay algunos en los que el público únicamente va a descansar
cuerpo y mente. Pero en muchos otros dejar las cosas en el aire resulta mucho
más interesante. Este principio también se utiliza en la publicidad, es mucho
más fácil generar engagement con el
consumidor si generamos imágenes
mentales.
Otra de las ventajas de generar
imágenes mentales, es que el público vive mucho más la experiencia, ya que
conseguimos que suceda dentro de su cabeza. Si él resuelve el misterio del
guión antes de que lo haga el protagonista (y esto le requiere algún esfuerzo),
se sentirá parte de la obra teatral.
Este principio también es muy
importante en la magia. Muchos grandes magos están de acuerdo en que el truco
debe suceder en la mente del consumidor antes que en la realidad. Esto no
significa anticipar el efecto (algo que hay que evitar, ya que rompe la
sorpresa final), sino que, un segundo antes de que suceda el efecto final, el
espectador lo piense.
Explicándolo con un ejemplo, una
carta firmada por el espectador está perdida en la baraja. Justo al final del
juego, el mago pregunta dónde puede estar la carta y mira a una caja cerrada
con candado que lleva en el escenario desde mucho antes de que el espectador
firmara la carta y a la que nadie se ha acercado. En ese momento, los
espectadores descubren que la carta tiene
que estar en la caja, pero a la vez saben que esto es imposible. El truco ya ha tenido lugar en la mente del
espectador y estos ya han recibido el primer mazazo. Seguidamente el mago se
acerca a la caja y muestra que, efectivamente, la carta está ahí. Esta
demostración física es un segundo mazazo a la mente de los espectadores. De
esta manera, es como si el efecto sucediera dos veces, por lo que es mucho
mayor.
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