O, lo que es más interesante, ¿por qué los cómicos tienen que hacerse los feos?
Al igual que un actor siempre
remarcará lo mejor de su físico, se hará fotos de su mejor perfil e intentará
que se noten sus músculos (aunque para ello tenga que pintárselos), verás a muy
pocos humoristas presumir de su físico de una manera sincera (no irónica). Sin
embargo, harán constantes chistes hacia su calvicie, su barriga prominente o
los aspectos menos atractivos de su perfil. Y no sólo eso, en caso de que
cuenten con un buen físico, casi siempre comenzarán hablándote de algo malo que
les ha ocurrido al llegar allí o en cualquier momento de su pasado.
Esto tiene dos razones básicas,
tan sencillas cómo ineludibles.
La primera de ellas es que gran
parte del humor se basa (como indican en el libro Cómo orquestar una comedia) en la verdad y en el dolor. Es decir,
en la desgracia ajena. Recalco, ajena.
En caso del público lo más fácil es reírse del propio cómico, ya que le han
pagado (en la afortunada mayoría de los casos) para que les haga reír, por lo
que no se sienten mal por hacerlo. Sin embargo, si nada más empezar el
espectáculo el humorista sacara a alguien del público y comenzara a recalcar
sus defectos, la situación se volvería incómoda.
Por otro lado, una vez que el
humorista ya ha mostrado no tener problema en señalar sus propios aspectos más
desfavorecedores, ya ha ganado cierto derecho a señalar los de algunos miembros
del público. ¿Cuánto derecho? Eso depende de lo bueno que sea el cómico. El
caso idóneo es aquel en el que el propio increpado se ríe con las bromas,
aunque incluso en este caso no podremos excedernos. Para mí, el cómico que
mejor consigue esto es Goyo Jiménez, quien en su último monólogo en el club de
la comedia (https://www.youtube.com/watch?v=g53eXe1iQGg)
señala en varias ocasiones aspectos negativos del público o de su relación con
él, sin que estos se sientan molestos en ningún momento.
La otra razón de que el humorista
siempre resalte sus desgracias, es que esto crea conexión con el público. Todos
hemos tenido momentos tremendamente embarazosos y la mayoría han sido muy
similares: rechazo a una declaración de amor, algún momento incómodo vinculado a
los futuros suegros… A muchas personas no les gusta hablar de ellos e incluso
negarán haberlos sufrido, pero sin embargo reirán y los recordarán cuando el
cómico los cuente como si sólo le hubieran sucedido a él mismo.
Por último añadiré una reflexión sobre por qué la figura del mago humorista resulta en algunos
momentos tan incómoda y negativa. Dejando de lado el uso de chistes enlatados y
el tratar de hacer gracia sin ser ingenioso (algo que sucede a muchos magos),
me centraré en las presentaciones estilo Pepe Carrol. Estas son aquellas en las
que al voluntario elegido entre el público le van pasando diversas cosas malas
o sencillamente embarazosas (calambrazos, tratar de realizar algo que el mago
logra hacer con éxito y él no, etc).
La razón de que esto no funcione
en la gran mayoría de los casos es sencillamente lo explicado anteriormente. Para
hacer bromas a costa del público, tienes que haberte puesto anteriormente por
debajo de él, haber demostrado que a ti te han pasado cosas peores o al menos
tan malas como las suyas. Sin embargo, el mago es un personaje situado por
encima del resto, capaz de hacer cosas increíbles. Por ello no puedes tratar de
hacer quedar mal al espectador sin haber trazado ningún vínculo con él. Esto no
quiere decir que no puedas hacer bromas en tu espectáculo (por supuesto) ni que
no puedas jugar un poco con el espectador, pero para ello tienes que haber
creado el clima adecuado. Y para ello es mucho más adecuada una sesión de magia
de cerca que una de escenario (dónde ya estás situado físicamente alejado y por
encima del público).
Un ejemplo de este tipo de clima
son las sesiones de magia realizadas por Daortiz, en las que todo el mundo
suele situarse a escasos metros de él y se respira un ambiente de confianza,
casi de camaradería (cómo el mismo dice, nunca dejó de realizar magia de pub).
Así que ya sabes, el humor no es
tan sencillo como parece y no todo puede realizarse en cualquier sitio. Y lo
que es más importante, algunos humoristas no somos tan feos, sólo nos lo
hacemos.
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